Origen: Mezcla
de raza negra, india y blanca y provienen del monte. (siglo XIX)
La cuenca
baja del Guayas es inconfundible, y cuna de los habitantes con las más claras
características de los rasgos personales de la nueva raza, la raza montubia,
del cruce más patente entre indios y españoles, por eso Salitre es hoy la
Capital Montubia del Ecuador, la personalidad de los montubios diferente tanto
física y psicológicamente frente a las características personales de los
cholos.
Vive en el
interior de la costa, le gustan los gallos de peleas y potros de doma ; ama la
música y las tradiciones orales mágicas. La agricultura es actividad principal,
monocultivos para exportación: cacao, café y banano. Trabaja artesanías en
paja, alfarería, talabartería y mueblería.
Ubicación: Están
localizados en la parte interior de las costas ecuatorianas, especialmente en
los montes, así como en las riberas de los ríos y carreteras.
La
cordillera de la costa que nace en el cerro de las Cabras en Durán, se extiende
pasando por el cerro del Carmen en
Guayaquil hasta la cordillera Colón-colonche, que llega hasta Manabí, y
Esmeraldas. Esa es la línea divisoria, geográficamente de las culturas llamadas
CHOLOS de la costa externa es decir de la orilla del Mar de Ecuador y MONTUBIOS
que son los habitantes de la zona rural de la costa interna de Ecuador.
Organización
Social: La familia montubia gira en torno de la madre, antes que del padre, en
lo afectivo; pero, en el respeto social, se centra hacia el padre. El impulso
de la madre es netamente sentimental, espontáneo; el impulso al padre es
provocado por el reconocimiento tácito de la superioridad de éste, primeramente
material (baqueanismo, es decir, sabiduría del
campo), y más tarde, moral
(experiencia traducida en consejo,
ciencia antigua, gerontolatría).
La familia
montubia constituye una entidad prieta, aislada o casi aislada, que sigue sus
propios destinos, sin vincularlos a los de los otros grupos familiares y que,
normalmente, se representa por el progenitor masculino más viejo, casi nunca
por los colaterales.
La monogamía
y la monoviria son características. Sin embargo, el ayuntamiento marital
estable se ejerce casi siempre fuera de la institución civil del matrimonio. En
el pasado siglo, o sea cuando el matrimonio era una institución de derecho
eclesiástico reconocida por el Estado, la religiosidad acrecía el porcentaje de
uniones sacramentadas y desterraba la simple convivencia considerada como un
pecado. La actual exigencia legal que da antelación imprescindible al contrato
civil, sin el cual no puede efectuarse, bajo severas sanciones (prisión y multa
para el sacerdote) el matrimonio religioso, ha traído como consecuencia un
aumento del porcentaje de amancebamiento. En las aldeas, este fenómeno no es
tan visible como en el agro remoto. Gran influencia tiene, por cierto, en la
disminución aludida, la explotación de
los tenientes políticos rurales, que exactan cuanto pueden a quienes pretenden
casarse.
No obstante
ello, o quizá por lo mismo, las uniones son más duraderas; y, originándose en
la atracción sexual amorosa, se van
llenando de contenido económico (mutua conveniencia, ayuda mutua, preindivisión
de bienes) a lo largo de la vida, y no terminan sino con ésta.
La monoviria
a que me he referido, es una constante de la mujer montubia. La prostitución es
rarísima y se produce en virtud de determinantes individuales, no sociales.
Casi siempre se manifiesta con escándalo. La prostituta montubia,
cuando lo es de veras, se enorgullece de serlo y recaba una posición de
machismo tenoriesco: ella es quien elige. Pero, la mujer montubia, cuando está
en el agro, no busca salidero. Acude a la prostitución como a una cura
de hambre: los burdeles citadinos costeños, en especial los de
Guayaquil, consumen mucha carne montubia, reclutada máximamente entre
domésticas traídas desde las haciendas por sus patrones, prostituídas por éstos
y abandonadas después.
La monogamia
no es una constante. Se fija al elaborarse plenamente la virilidad -hacia los
veinticinco años- y con el afianzamiento del hogar. Hasta entonces, el joven
montubio es, siquiera en la intención, polígamo.
El nexo con
el hijo es sólido y estrechísimo. El hijo parásito acaba a los siete años.
Desde tal edad (y a veces antes), entra a colaborar en la economía de la
familia con el aporte de su esfuerzo.
Aun cuando
no perverso, el montubio es eminentemente sexual. No concibe el mito de la
virginidad. Para él es tabú el incesto.
Frente a su
mujer adúltera, el marido montubio se siente, más que en su amor, ofendido en
su dignidad de macho; reaccionando su venganza preferentemente contra el
amante, en quien tratará de castigar la burla de que éste lo ha hecho víctima.
No es infrecuente que perdone a la mujer o que, separado de ella, permanezca
después indiferente; siempre, por supuesto que haya logrado la venganza que
persiguiera.
Economía: Se dedican principalmente a la
agricultura, ganadería y elaboración de artesanías hechas en paja toquilla,
especialmente sombreros. En la agricultura utiliza instrumentos como: daga,
machete, garabato, pilón.
Vivienda: Se
levanta sobre pilotes de madera, las paredes hechas de caña guadua y el techo
de palma para protegerse de los animales rastreros que andan por la noche y de
las crecidas de los ríos en el invierno
Vestimenta: El
hombre: utiliza camisa blanca liviana, pantalón corto generalmente blanco,
pañuelo rojo en el cuello. Sombrero de paja toquilla, cuando trabaja en el
campo utiliza botas de caucho largas y su machete.
La mujer:
falda amplia florada o muchos colores blusa hasta el ombligo con vuelos y anda
descalza.
Costumbres y
celebraciones: Productos del mestizaje, los grupos montubios no han constituido
tanto una etnia homogénea cuanto una forma de vida en el campo costeño, un
conjunto de tradiciones, valores, técnicas de trabajo y expresiones artísticas
que han permitido la creación de su propia cultura, algunas de las
representativas son:
Rodeo del
Montubio: Su origen llega hasta las tierras en que se desarrollaban las
haciendas de la zona durante el verano, cuando los vaqueros arreaban el ganado
de las lomas y procedían a las faenas del herraje, la doma y otros juegos, al
tiempo que las mujeres preparaban los tamales, la chanfaina, los bollos, el
aguado. Los patrones presidían los festejos, a los que se sumaban invitados de la ciudad que
arribaban en lanchas, junto a músicos,
galleros y demás. Se atribuye
a un dedicado defensor de las tradiciones,
Rodrigo Chávez González, la
creación de la fiesta regional del montubio, que empezó a celebrarse en Guayaquil,
la capital montubia, desde 1926. Allí se iniciaron las cabalgatas y rodeos, la elección de criollas bonitas y
los concursos de música y amorfinos, esas coplas de ida y vuelta entre dos
talladores.
La crisis
del cacao afectó a las haciendas; luego vino la Segunda Guerra Mundial y el
auge del banano. Entonces, la tradición recobró vuelo en sitios como General
Vernaza, parroquia de Salitre, también llamada "la capital montubia".
Allí, desde 1963, el 12 de octubre de cada año, con motivo del Día de la Raza,
convertido de hecho en el Día del Montubio, se celebra el rodeo con todas las
de ley, es decir, con desfile de las haciendas y sus madrinas, elección de la
criolla bonita, y acto seguido la competencia de caracoleo, monta de cepo, lazo
y pial y otros juegos. El origen del rodeo montubio reside también en las
faenas de herraje que se daban en las haciendas, después de que los vaqueros
llegaban arreando reses de monte adentro.
El vaquero demostraba su destreza en el corral y el patrón invitaba a
hacendados vecinos, que acudían con familiares y peones, también a amigos de la
ciudad, y armaba la fiesta al contratar banda de músicos. Además llegaban
poetas de amorfinos y galleros.
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